Sólo le falta hablar

¿Cuántas veces hemos oído eso de que el lenguaje es lo que nos distingue de los animales? Resulta un tanto irónica esa frase viniendo de una especie que ha complicado tanto su forma de comunicación que nos resulta prácticamente imposible entendernos con personas de otros países.
El perro se comunica, utiliza un lenguaje propio, pero universal para su especie, que le permite entenderse con cualquier congénere, y por si fuera poco, nosotros, los amos del lenguaje, les exigimos que sean ellos quienes aprendan el nuestro, ignorando e incluso reprimiendo sus propias formas de expresión naturales.
Tu perro te habla, escúchale
El perro se comunica con nosotros porque nos considera de su manada, en cierto modo nos considera de su especie, y utiliza de forma natural los mismos gestos que utilizaría con otro perro. Debemos molestarnos en aprender un poco acerca de su lenguaje, solemos exigirles que aprendan con rapidez nuestras normas y nuestras palabras, pero olvidamos que también ellos tienen algo que decir.
El cuerpo

Al carecer de la riqueza de vocalizaciones que posee el ser humano el perro ha desarrollado una buena parte de su lenguaje en forma de mímica, expresiones de su cuerpo o posiciones de partes de su cuerpo que vistas en su conjunto nos pueden comunicar lo que siente. Tanto es así que para facilitar su comunicación los perros han evolucionado de tal manera que las partes de su cuerpo que más expresividad transmiten se resaltan generalmente con manchas de otro color para hacerlos más visibles, por ejemplo los labios, las cejas, los bordes de las orejas o la cola, suelen tener manchas de color diferente. Por desgracia como hace cientos de años que la selección de las razas es más humana que natural, estos rasgos han desaparecido en muchos ejemplares, y por si fuera poco rematamos la faena recortando orejas y amputándoles el rabo, para hacerlos más “estéticos”.

El hombre, ha perdido en buena parte esa expresividad corporal, no estamos acostumbrados a observar el cuerpo como un elemento de comunicación, pero en las relaciones con nuestra mascota tenemos que aprender a ver, más que a escuchar.
Tendemos a simplificar las cosas para entenderlas, a disociarlas, el ejemplo está en la frase “cuando el perro mueve la cola es que está contento”, el mundo del perro está lleno de confusiones y de verdades a medias.

Observa al perro en su conjunto. Por ejemplo el movimiento de la cola significa únicamente excitación, es decir, lo único de lo que podemos estar seguros cuando mueve la cola es de que quiere decirnos algo ese “algo” concreto lo tendremos que averiguar a partir de otros factores.
No humanices:
Hay gestos que son comunes en nuestra especie y en la suya, como cuando el perro te toca con la pata, te está reclamando atención, pero hay otros que no solo no significan lo mismo, sino que son opuestos, por ejemplo el bostezo en el perro en determinadas situaciones es síntoma de nerviosismo.
Interpreta la situación: retomando el ejemplo anterior, si tu perro está tranquilo y feliz, un bostezo significará lo mismo que en el hombre, pero si estamos en plena clase de adiestramiento, enseñándole una nueva orden que no acaba de comprender, un bostezo no debemos interpretarlo como falta de atención, sino como signo de estrés.
Los perros son muy adaptables al medio en el que viven.
El perro es un animal con una infancia relativamente larga en términos animales, y su capacidad de aprendizaje o de moldeabilidad del comportamiento se ha desarrollado muchísimo, de ahí que le atribuyamos tanta “inteligencia”, el perro es capaz de aprender durante toda su vida.
Él tiene sus respuestas programadas, como la postura de sumisión ante una agresión de un congénere, y el resto de recursos comunicativos propios de su especie, pero además se adapta, aprende nuestro lenguaje. Los perros no vocalizan, y por lo tanto no distinguen palabras como tales, o mejor dicho no saben que una palabra equivale a un significado, eso es algo que deberemos enseñarles.